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Foto del escritorDaniel Castro Adrianzén

La conciencia vs. el ego

La conciencia es estar presente en los dominios emocional, racional, físico y espiritual, es precisamente ser consciente a nivel profundo de lo que está pasando en nuestro interior, y que produce la realidad que se manifiesta en el exterior. Es elevarnos del ruido social, para escuchar nuestra voz interior.


Es darse cuenta de lo que pasa dentro (interno) y de lo que pasa fuera (entorno).

Se le conoce como estado de “Self-Awareness”, es decir desarrollar la capacidad de reconocer nuestros procesos internos que producen las consecuencias externas. Por ejemplo, estar dentro de un tráfico terrible puede producir emociones como enfado, frustración o ansiedad.


El estado de conciencia nos permite identificar que el tráfico sólo es el medio que nos ha llevado hacia la emoción que nos embarga. Es el estímulo que pone de manifiesto una situación más profunda. Tal vez pueda ser un paradigma de inseguridad que nos hace sentir culpables si llegamos tarde a la oficina, porque nos sentiremos irresponsables y poco comprometidos. Y tal vez nos regañen, y aquí entra la emoción del miedo manifestada externamente en su forma superficial de enfado. La conciencia nos hará ver qe toda emoción es producida por nuestros paradigmas.

La forma en la que vemos el mundo exterior es una manifestación de como está nuestro mundo interior.


Ser conscientes nos da el poder de controlar nuestras acciones y resultados. Nos da la posibilidad de construir nuestro destino.

Por otro lado, el ego es el comandante social que dice que tenemos que demostrar los rasgos de una persona influyente según los marcos referenciales de tiempo y lugar. El ego quiere evidenciar que tenemos aquello que los constructos sociales imponen.

Y para demostrar ello, el ego nos engaña para valorar más nuestra máscara social que los intereses reales que favorecen la situación en la que nos encontramos. Es decir, nos hace priorizar nuestro banal interés proteger la imagen que subyacentemente queremos proyectar, por encima de los intereses comunes en beneficio de una situación.

Por ejemplo, cada vez que alguien intenta negar que se ha equivocado, está haciendo caso a su ego.

El ego nos hace creer que vivimos en una burbuja que nos separa del sistema social, nos disocia de los demás creando un muro imaginario, que entendemos de mala manera, sirve para nuestra autoprotección. Es pensar "primero importo yo y después, si me siento seguro, me importarán los demás". Esto sucede a nivel subconsciente en base a la automatización de procesos cognitivos.

En otras palabras la conciencia es el angelito que sabe lo que es mejor para nosotros, y el ego es el diablito que quiere buscar la banalidad del reconocimiento colectivo y tiene la necesidad de proteger el mundo que hemos creado dentro de nuestra burbuja.


La conciencia nos hace ver quienes somos y cómo estamos siendo. El ego nos dice que tenemos que demostrar nuestra importancia en la sociedad.

La conciencia nos asocia y compenetra al mundo, el ego nos disocia, nos aleja del mundo.


La consciencia es carismática, el ego es manipulador.

¿Cómo reconocer cuál nos controla?

Preguntándonos ¿qué estoy buscando al decir o hacer esto?


Si la respuesta a dicha pregunta se dirige hacia factores superficiales, como reconocimiento o defensa de dignidad, es el ego quien está al mando. Por el contrario, si la respuesta es encontrada en un función de lo correcto para nosotros y la sociedad, estamos actuando desde la conciencia.

¿Cómo transitar del ego a la conciencia?

Trabajando en la presencia, elevando nuestra escucha interna. En lugar de pensar en lo que vemos fuera, escuchar como estamos por dentro. De esta manera reconoceremos nuestra responsabilidad en las consecuencias que nos rodean, lo que nos elevará a mejorar como personas y a conectar mejor con los demás.


Se trata de dejar de prestar atención a los estímulos externos y empezar a escuchar nuestra alma, nuestro cuerpo y corazón, sin juzgarlos, sin opinar sobre lo que dicen, sólo escuchar su sabiduría, con apertura.

Puedes hacerlo entrando en un cuarto, apagar las luces o cerrar los ojos, tratar que no haya sonidos, ni distracciones, sentarte en una posición cómoda y empezar a sentir tu respiración : inhala lentamente, exhala lentamente, inhala lentamente, exhala lentamente.

Cuando entres en un estado de relajación, pregúntale a tu alma ¿quién estoy siendo? y las respuestas empezarán a llegar. Si se entrometen pensamientos en tu cabeza, es normal, sólo invítalos a salir.

Si bien estamos separados por cuerpos físicos, estamos conectados por pertenecer a un mismo ente energético y por los mismos intereses de huir del sufrimiento y acercarnos a la felicidad.

En realidad somos parte de la misma mente, repartida en diferentes cuerpos

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