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5 dinámicas para tu confianza

  • Foto del escritor: Daniel Castro Adrianzén
    Daniel Castro Adrianzén
  • 25 abr 2022
  • 4 Min. de lectura

La confianza es la emoción que nos hace sentirnos bien con nosotros mismos y sentir capacidad para solventar con buen rendimiento las situaciones que se nos presentan.


Hay emociones inherentes al ser humano desde su nacimiento, y emociones adquiridas por la experiencia. La confianza es una emoción adquirida.


De niños vamos adquiriendo nuestra confianza en función de los estímulos a los que estamos expuestos. Empezamos nuestras experiencias sociales confiados, porque somos transparentes y no tenemos suficientes inputs negativos. Somos inocentes y no vemos las cosas desde el prisma del bueno/malo. Es decir, a un niño todavía no se le ha adoctrinado con cierta manera de pensar.


Conforme vamos creciendo e incursionando en mayor cantidad de experiencias sociales, nuestra confianza va variando, ya que se nos retroalimenta con mensajes de aprobación o desaprobación que vamos interpretando y archivando en nuestro cerebro.


Todo lo que entra en la cabeza de un niño hasta los 6 años, se archiva como realidad absoluta, ya que aun no se ha desarrollado el pensamiento crítico para evaluar la veracidad y conveniencia de la información.


Aprendimos nuestras primeras palabras “papá” o “mamá” porque lo escuchamos y repetimos. Este mismo sistema de aprendizaje lo aplicamos con toda la información a la que estamos expuestos.


Si tenemos un entorno muy restrictivo y conservador, nos inundará con mensajes como “no hagas eso”, “está mal lo que haces”, “tú no puedes”, etc. Si un niño se acostumbra a escuchar esto, lo tomará como barómetro de su capacidad.


Si tenemos un entorno abierto y flexible, nos inundará con mensajes como “tú puedes” “encuentra la solución”, “muy bien”, “lo estás haciendo bien”. Si un niño se acostumbra a escuchar esto, lo tomará como manifestación de su potencial.


En ambos casos, la información con la que se nos alimenta, genera la forma en la que entendemos nuestra capacidad para enfrentar nuestras situaciones. Y además, a través de la retroalimentación que recibimos, aprendemos a calificar el desempeño propio y ajeno.


Es cuando empezamos a criticar y juzgar. Y empezamos a juzgar nuestro desempeño. Ya no solo los adultos los que califican nuestras acciones, sino que nosotros también lo empezamos a hacer.


Ya luego, de adultos, todo ese lenguaje se manifiesta en confianza personal. Nuestro cerebro no juzga, evalúa ni analiza la información que le llega. Toma todo como verdad y lo archiva en el subconsciente.


Estas experiencias y mensajes archivados son de las causas más importantes que generan las creencias limitantes o potenciadoras. Cada vez que estamos ante una situación que nos hace sentir inseguros, es porque tenemos información dormida que intenta advertirnos que algo puede ir mal.


Entonces una persona tiene confianza en si mismo porque recibió muchos inputs positivos. Por el contrario, aquel que no tiene confianza es porque recibió cantidad de inputs negativos, tanto externos como internos.


La actitud con la que hoy enfrentas las situaciones que se te presentan, determinarán tus futuros resultados. Puedes trabajar hoy, para tener más confianza mañana.





¿Cómo aumentar nuestra confianza?


Es necesario cambiar la información perniciosa que perjudica nuestro desempeño y que tenemos archivada en nuestro cerebro. Esto lo podemos hacer con algunos ejercicios:


- Cambia tus creencias. Puedes dibujar en una pieza de papel 2 columnas. En la primera columna podemos anotar todas las creencias limitantes que tenemos. Por ejemplo: Me da miedo hablar en público, soy malo en eso. En la columna de al lado, podemos anotar la creencia potenciadora: Cada vez soy mejor hablando en público.


Si no sabes cuáles son tus creencias limitantes, puedes escribir en un papel sin pensar, todo lo que se te venga a la mente durante unos 5 minutos. Mientras más frases ilógicas y absurdas te salgan, mejor. Ahí podrás darte cuenta de algunas de tus creencias. Se llama método de asociación libre.


Según el ejemplo del miedo a hablar en público, cuando lo tengas que hacer, dejarás de lado la primera creencia y la sustituirás por la segunda. Empezarás a pensar persistentemente que cada vez eres mejor hablando en público. La herramienta es mucho más potente si lo verbalizas en voz alta. Aquí generarás la emoción correcta.


- Celebra tus logros. La celebración es una forma muy potente para guardar situaciones en tu cerebro. Celebrar todos tus logros, por pequeños que sean, aumentará tu confianza a largo plazo, pues quedará guardado en tu consciencia.


- Visualiza los resultados. Siente el resultado que quieres. Si visualizas lo que quieres que pase, pensándolo, oyéndolo, sintiéndolo, viviéndolo, conectarás con la situación y tu cerebro creerá que es una situación real por la que ya pasaste. Te hará sentir que es una situación que ya has superado anteriormente con mucha destreza.


Una visualización bien hecha, tiene los mismos efectos que un recuerdo.


- Cambia tu conversación. Imagínate tener una persona todo el día a tu lado, hasta en el baño, diciéndote que eres capaz o incapaz de hacer algo. ¿Cómo te sentirías? Ahora, esto no es posible con una tercera persona, pero podemos hacerlos con nosotros mismos. Tú eres la persona con la que más tiempo conversas en tu vida. Puedes dirigir tus pensamientos para que te den la emoción correcta.


Repítete hasta el cansancio que tienes la capacidad necesaria para superar la situación. El resultado es casi el mismo que si te lo dijeran otras personas. Toma consciencia de lo que te dices y de ser necesario, cambia tu mensaje.


- Prográmate. Cómo método accesorio, pon mensajes que aumenten tu confianza en lugares visibles, en el espejo, en el techo de tu cuarto, en la puerta, tú decide. A la larga los habrás leído tantas veces que tu subconsciente los habrá almacenado.


Los mensajes deben estar escritos en positivo. Por ejemplo, en lugar de escribir : No soy malo para hablar en público, escribe : Soy bueno hablando en público. Este truco lo hacen muchos deportistas de élite.


Esto requiere de disciplina para que sea efectivo. Tu esfuerzo determina tu éxito. Tú eres el único responsable de tu crecimiento personal, no esperes que simplemente pase, búscalo con determinación.


Si quieres aprender más profundamente, haz click aquí.


 
 
 

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