Confundimos el tener que hacer con el querer hacer. Creemos saber lo que queremos pero en realidad vamos detrás de aquello que debemos hacer. Esto sucede porque somos esclavos de nuestros sentidos y de los estímulos sensoriales que recibimos durante toda nuestra vida.
Nuestro cerebro se ha programado con todo lo que hemos visto y oído. Y en base a esa programación, vamos buscando lo que creemos querer, cuando solo es nuestro paradigma de hacer lo que se supone que debemos hacer, en función de nuestro sesgo grupal.
Creemos que queremos hacer lo mismo que hace nuestro sistema social. Cuando la verdad es que hacemos lo que debemos hacer para ser iguales y aceptados.
Querer hacer es muy diferente a deber hacer. Pero los confundimos.
Esta es la razón por la cual la mayoría de personas caminamos vidas de silenciosa desesperación, más cerca del sufrimiento mental autoinflingido que de la plenitud y equilibrio interno. No decidimos nuestra vida, solo copiamos la vida del sistema social.
Estamos programados para ir detrás de la carnada que nos ponen delante, porque así creemos que encontraremos la satisfacción que tanto queremos.
Para escapar de este modus operandi, debemos elevar nuestra consciencia. Aquí te doy 4 simples ejercicios para despertar tu consciencia y de a pocos puedas trascender a tus sentidos y juicios y empieces a diferenciar entre querer hacer y deber hacer :
1) Dúchate con agua fría. Hazlo con calma, sin prisas. Esto ayudará a que desconectes de tu mente y entres en el momento, estando presente en el ahora. Es una forma de reeducar a tu cerebro para que conecte con el momento y deje de bailar al ritmo de tu mente caprichosa y mentirosa.
Tu mente te miente mucho, gracias a la información apresurada que nos traen los sentidos.
2) Camina descalzo. Poniendo énfasis en lo que sientes en la planta del pie, ya que es una intensa fuente de información sensorial. Así percibirás sensaciones que están fuera del tradicional alcance de tus sentidos y además conectarás con la energía natural del planeta.
No vale hacerlo en pavimento, solo suelo natural.
3) Enciérrate en un cuarto. Durante 1 hora, sin estímulos, nada de pantallas, teléfonos, televisores, música, libros, cuadros, etc y mucho menos personas.
Percibe la soledad del momento y empezarás a recibir información de dentro. Pregúntate ¿Qué siento? ¿qué pienso? ¿qué quiero? ¿hacia donde voy?
Es un ejercicio extraordinario de autoconocimiento. Intenta conectar con el beneficio de la experiencia. Como todo, no pretendas hacerlo perfecto al inicio.
4) Respiración consciente. Cierra los ojos y enfócate en tu respiración. Sin prisa, con calma. Siente al aire entrando por tus fosas nasales, llenando tus pulmones y bajando hasta tu ombligo. Inhala por la nariz, exhala por la boca.
4 segundos por inhalación, 1 segundo de retención y 4 segundos de exhalación. Deja un par de segundos ante de repetir el proceso.
Cuando entren pensamientos aleatorios, déjalos pasar y que se vayan. Para empezar basta con que lo hagas durante unos pocos minutos.
Repite estos ejercicios hasta que te sean fáciles de hacer y verás como te habrás vuelto más consciente de ti, de tu entorno, de tu interno, de lo que quieres y de lo que haces.
Te darás cuenta que empiezas a salir de un mundo superficial y entrarás en la profundidad de tu existencia. La oruga solo se da cuenta que fue oruga, cuando se convierte en mariposa.
Cuando puedas elevar tu consciencia tendrás el control de ti, de tus emociones, de lo que quieres y de tu destino.
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